El franco suizo (SFR) se ha considerado durante mucho tiempo una moneda para que los inversores institucionales compren cuando necesitan salir de activos más riesgosos, especialmente en tiempos de crisis financiera. Las fuertes compras del franco suizo sucederán en momentos de estrés, cuando la confianza de los inversores en otros activos, como acciones o materias primas, está disminuyendo.
Tradicionalmente, Suiza ha sido considerado como un país conservador y neutral donde es seguro conservar el dinero. De ahí proviene el éxito de su industria bancaria privada. Suiza también se ha alejado de la membresía de la UE y de la eurozona. Es esta política de neutralidad de los sucesivos gobiernos del país lo que ha llevado a que su moneda sea favorecida por los inversores.
El franco suizo estaba respaldado por reservas de oro del orden del 40%, un requisito legal establecido por el gobierno suizo, pero esto fue abandonado en el año 2000 después de un referéndum. En los últimos años se ha negociado muy de cerca con el euro, manteniendo una tasa de aproximadamente 1,55 con respecto a esta divisa. Suiza sigue fuertemente influenciada por la fortuna económica de la eurozona, ya que está rodeada por países de la misma y cuenta con la Unión Europea como su principal socio comercial.
El franco suizo tenderá a recuperarse en momentos de turbulencia política, no solo cuando hay problemas financieros. Es ideal buscarlo para ganar fuerza frente a otras monedas importantes cuando haya una creciente inestabilidad política a escala global. No es particularmente popular entre los bancos centrales, y rara vez ha representado más del 0.3% de las reservas mundiales de divisas en los últimos 20 años.
El franco suizo es más popular entre los inversores privados que entre los bancos centrales, que todavía utilizan cuentas bancarias denominadas en la moneda, a pesar de que el argumento macroeconómico para mantener francos suizos es menos poderoso que a fines de la década de 1990.